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Te deseo un 2019 cargado de buenas razones.

08

ENE, 2019

Idealmente, todo propósito debería ir acompañado de una buena razón. De no ser así, un propósito sin razón, carece de dirección.
Esta relación no suele tenerse en cuenta a la hora de planificar y así nos va. Sin acción no hay consecución posible pero una buena planificación ayuda mucho.

Silvia ha cambiado de trabajo. Entiende que el trabajo es un medio, no un fin en si mismo. Es lo que le va a permitir llevar una vida feliz, significativa o exitosa según el caso. Para ello los ingresos cuentan, pero cuando no se están cubriendo sus necesidades lo intenta de nuevo. Mientras, Nacho sigue atrapado en su trabajo. Mantiene su nivel de vida pero no se siente satisfecho.

Desde que murió su padre, Cris cuida mucho las visitas a su madre. Procura dejarla siempre con una buena sensación. Sabe que luego se quedará sola, sin nadie con quién compartir… ha actualizado la razón de su relación.

Fotografías de unsplash
«En la vida, cuantas más distinciones tengas, más probabilidades tendrás de sacarle el mejor partido.»
Este es el caso de la tríada: razón, hacer, propósito. Cuando empezamos a hacer algo habrá una razón y propósito relacionado. Incluso antes de empezar a hacer en la fase de planificación tendremos una razón, una necesidad que cubrir. El propósito es cómo atender a esa razón y a partir de ahí lo que tenemos que hacer para conseguirlo. Las cosas no suceden solas.

Idealmente el beneficio de conseguir nuestros propósitos sería satisfacer la razón que nos puso en marcha. Una razón puede satisfacerse de maneras diversas, a veces nos cerramos en banda como si no existiera nada más que una forma de satisfacer nuestras necesidades. Una vez elegido el propósito, tendremos diferentes opciones para actuar.

Cuando comenzamos el año, la gente, al menos aparentemente, presta mucha atención a los propósitos y las razones no están tan presentes. Quizás sea que no las notamos porque operan fundamentalmente a nivel inconsciente y aunque las tengamos presentes no son de dominio público. Lo que me parece más probable es que no se dispone de las distinciones adecuadas y por tanto no se está planificando adecuadamente.

Veamos el beneficio de organizarlo a través de estas distinciones:

Seguramente ya hayas planificado ir a un gimnasio este mes. Suele aparecer como uno de los propósitos fundamentales de cada inicio de año. La organización suele ser: he cogido unos kilos de más, siento que debería empezar a cuidarme, me preocupa mi salud (razón), ¿cómo voy a atender a esto? Una de las posibilidades es ponerme en forma (propósito) y dentro de las posibilidades de actuación en este sentido, una es ir al gimnasio (hacer).

Lo que normalmente acaba ocurriendo es que al poco la gente abandona. El propósito llega a ser lo dominante ya que es a lo que atendemos conscientemente y además en la secuencia temporal lo tenemos delante. Es hacia donde nos movemos. La razón queda detrás y tendemos a perderla de vista. Perdemos con ello la fuerza motriz del asunto y resulta más fácil perder el interés y abandonar o llevar al extremo el propósito (ponerte en forma) a costa del bienestar y terminar lesionados o insatisfechos.

Centrarse en el hacer exclusivamente (ir al gimnasio) también es poco sostenible.

«Es mucho el beneficio de atender a las cosas de manera holística para mantener lo que haces, conectando razón y propósito. Te ayuda tanto a equilibrar las cosas como a mantenerlas en marcha.»
Puede que no sea el único motivo por el que los planes fallan al empezar el año pero si equilibras la razón y el propósito que la satisface y lo mantienes en mente, tienes más posibilidades de crear un plan exitoso. Pero tendrás que hacerlo tú, nadie puede hacerlo por ti.

Es ahí donde empiezan a surgir asuntos relacionados con la motivación pero ese es otro tema…

Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.

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