«Seres racionales…»
21
MAR, 2018
De pequeños nos enseñaban que las personas somos animales racionales. En la definición está implícita nuestra capacidad para razonar, algo que no podrían hacer el resto de los animales que nos han acompañado en el proceso evolutivo.
He leído que algunos estudios revelan las limitaciones de nuestra razón. Esto sólo es posible desde una asunción equivocada: que razonamos de manera correcta por el mero hecho de nacer con la capacidad de razonar.
Si te pido que pienses en un águila, algo que la haga especial, seguramente pienses en su capacidad de volar, como especial es para las personas su capacidad de razonar.
Hay diferencias sutiles pero muy importantes. Si un águila, en la naturaleza, desempeña mal su habilidad de volar o cualquiera de las que le han facilitado su camino evolutivo, morirá. Instintivamente saben volar, no necesitan aprender, pero cualquier ineficiencia les puede costar la vida. Un águila está predeterminada en cuanto a su capacidad de volar. Las que evolutivamente no estaban a la altura, sucumbieron…no pasa lo mismo, afortunadamente, con nuestra capacidad de razonar.
Los humanos, podemos ser muy torpes razonando y eso no compromete nuestra vida. Muchas personas, pese a su torpeza, ocupan puestos relevantes. Su estupidez no les supone un problema, pero puede suponerlo para los que estamos alrededor.
La estupidez humana, en definitiva, no supone una limitación evolutiva…al menos a corto plazo.
Lo que trato de transmitir aquí es que nuestra capacidad para razonar es importante, pero mucho más importante es razonar bien.
Mediante el proceso de razonar construimos comprensión, conocimiento, tanto del mundo como de los demás y de nosotros mismos.
Podemos tener una comprensión de las cosas que nos permita tener una conversación superficial, cotilleos… pero hay otra comprensión que organiza la conducta que nos permite avanzar, ir a por nuestros sueños, construir nuestro futuro. Es importante que el razonamiento base para todo esto, sea correcto y atinado.
Cuanto mayor sea el desafío, más acertado tiene que ser el conocimiento operativo del que se parte y para ello, es importante que nuestro razonamiento sea preciso.
Quiero hacerte una recomendación: aprende a razonar correctamente.
No creas, sin comprobarlo, lo que otros te dicen por mucha autoridad que les otorgues. Si te va algo importante en ello, chequea el conocimiento que te viene de fuera.
Chequea también el conocimiento que creas a partir de tu propia experiencia. A veces nos precipitamos en nuestras conclusiones.
La falta de comprensión nos paraliza y la idea de no poder hacer nada nos aterra. Por eso preferimos una estupidez como comprensión que la ausencia de comprensión.
Si pones una vela a san Pancracio para conseguir algo y lo consigues y pones una segunda vela y la historia vuelve a repetirse, puedes formar dos comprensiones de la situación: una tiene que ver con coincidencia, otra con la influencia positiva de las velas sobre el santo y cómo este ha trabajado para favorecerte. Una te acerca a la realidad y la otra te separa de ella.
Puede que te resulte chocante el asunto de las velas, pero las personas hacen lo mismo con las supersticiones, los amuletos, las energías o el universo…forma parte del mismo patrón: un chequeo superficial de las evidencias.
Lamentablemente mucho de nuestro conocimiento es pura magia, es como darle un golpe al televisor para que se arregle porque una vez funcionó…hasta que definitivamente se estropea.
Si quieres comprobarlo más a fondo busca cuando la cosa no funcionó y explora qué era similar y qué era diferente. Tendrás pistas más certeras sobre las que construir tu conocimiento operativo. Es posible que te lleve tiempo y esfuerzo razonar de esta manera, pero no olvides que sobre esa comprensión articulas el desempeño necesario para conseguir tus sueños. Razona mejor, te va mucho en ello…
Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.