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Pensar no
es gratis.

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ENE, 2017

No sé de dónde procede la idea de que pensar es gratis, quizás se deba al hecho de que no hay dinero implicado en el proceso. Lo que pretendo argumentar en esta entrada es por qué defiendo precisamente lo contrario.

Cuando gente cualificada habla de la gratuidad del pensar, normalmente es con el objetivo de animarnos a utilizar más esa habilidad primordialmente humana. Este argumento puede ser cuestionable, ya que en mi experiencia comercial he comprobado sobradamente que la gente hace peor uso de aquellos bienes o servicios por los que no tiene que pagar que de aquellos que le suponen un coste, bien sea monetario o de cualquier otro tipo.

Siguiendo con la metáfora de la compra. Si voy a comprar a una tienda de ropa, por ejemplo, puedo pasarme horas probándome ropa sin coste alguno, puedo disfrutar o no del proceso de verme con una prenda u otra y comprobar qué tal me queda. Sólo cuando me comprometa con algo concreto y decida hacerlo mío, entonces pasaré por caja y tendré que asumir el coste que tiene en términos de dinero. Hasta entonces todo lo que he hecho ha sido gratis.

«Esa comprensión será la base para organizar nuestra conducta y nos permitirá o no conseguir lo que nos proponemos en la vida. Desde ese punto de vista no sale gratis».

En mi opinión cuando pensamos ocurre algo parecido. Es en el momento en que nos comprometemos con un pensamiento y lo hacemos nuestro cuando lo interiorizamos y pasa a formar parte de nuestro conocimiento profundo.

Entonces, en el proceso de la vida “pasamos por caja”, porque esa comprensión será la base para organizar nuestra conducta y nos permitirá o no conseguir lo que nos proponemos en la vida. Desde ese punto de vista no sale gratis…

Esto no sólo tiene que ver con contenido, es decir, comprometerte con ciertos pensamientos concretos tiene unas consecuencias, sino también con procesos y cómo utilizamos nuestras herramientas de pensar.

Recordar, imaginar, pensar objetiva o subjetivamente, generalizar, simplificar, abstraer, agrupar, clasificar… son herramientas de pensar que tienen consecuencias sobre el resultado de pensar y por tanto sobre nuestra forma de ser o estar en la vida, algo que ni mucho menos resulta gratuito.

Cuando de una experiencia negativa con un jefe concluyes que todos los jefes son iguales quizás estás generalizando inapropiadamente.

Si hace mucho tiempo que no ves a una persona y con un primer contacto concluyes que no ha cambiado, tal vez estés simplificando demasiado… en cualquier caso te estás alejando de la experiencia real. Generalizar, simplificar… nos facilita gestionar nuestro mundo, pero a veces nos complica la vida si no lo hacemos adecuadamente.

Lo mismo ocurre cuando nos comprometemos con juicios limitantes sobre nosotros mismos o sobre el mundo. No siempre los hemos formado apropiadamente y eso puede acarrearnos dificultades. No se trata de pensar más sino de pensar de manera más eficiente.

Esto es lo que pretendo analizar en esta sección, con ejemplos concretos.

Cómo utilizar las herramientas de pensar apropiadamente y comprometerse con contenidos o pensamientos concretos puede embellecer tu vida, mientras que lo contrario puede complicártela y eso… ¡no sale gratis!

Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.

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