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FEB, 2017

Idealmente el nombre que das a tus emociones, debería corresponderse con la experiencia que estás nombrando pero no siempre es así.

En la película de animación titulada “Del Revés” el tema central es la vida emocional de una niña, Riley, hasta la adolescencia. Algo que se plantea en el film es esa idea de que las emociones básicas, en este caso alegría, tristeza, miedo, ira y asco, están presentes prácticamente desde el nacimiento y no sólo eso sino que además están al mando de “la consola central” y por tanto gobiernan la vida de Riley.

«Así mismo muchas personas piensan que las emociones gobiernan su vida, otras por el contrario aspiran a liderarse a sí mismos y eso incluye liderar su vida emocional».

Esta sección de “Sabiduría Emocional” en la que voy a tratar las emociones desde una perspectiva funcional, está enfocada en esa dirección y distinguir de que emoción se trata es fundamental.

Estaremos abordando las emociones desde una perspectiva global, cómo están funcionando en nuestra vida en conjuto. De este modo si son una respuesta certera al mundo, aunque sean incómodas en el momento, son útiles. Si sientes miedo como respuesta a una amenaza real en el mundo, la respuesta no sólo es acertada, además es útil a pesar de la incomodidad. Desde esta perspectiva, una emoción no es ni buena ni mala, ni positiva ni negativa. Nos interesa cómo está funcionando y cómo hacerla funcionar óptimamente. Por eso no es cuestión de controlarlas y menos aún de  deshacerse de ellas.

Cuando sientes miedo por ejemplo, ¿cómo sabes que es miedo? ¿cuándo te diste cuenta por primera vez de que eso era miedo?. ¿Sabrías diferenciar entre excitado y ansioso o nervioso?.

Puede que tengas cierta confusión, al fin y al cabo para algunas personas no son muy distintas en cuanto al sentir.  De hecho muchos de nuestros sentires se localizan en zonas muy próximas en el cuerpo (pecho, estómago, frente, nuca….)

«Las emociones si son una respuesta certera al mundo, aunque sean incómodas en el momento, son útiles».

Cuando somos niños no disponemos de muchos recursos lingüísticos para poner en palabras lo que sentimos, por ello los primeros nombres para nuestras emociones suelen proceder de lo que nos dicen nuestros padres y pueden ser atinados o no.

En tu primer día de cole sientes algo en el estómago y tus padres te dicen que estás nervioso, pero podrían estar equivocados. Luego, es probable que cada vez que sientas algo similar lo llames de la misma manera, pero es posible que no sea lo mismo y si lo es, seguramente no se sienta de la misma manera siempre. Nombrarla igual da un aspecto estático a las emociones que es irreal.

De manera que si lo llamamos nervioso o ansioso, obraremos en consecuencia. Pero, ¿qué pasaría si fuese, excitado? Seguramente tu manera de organizarte para responder al mundo sería muy diferente aunque el sentir que acompaña a cada una de esas etiquetas quizás no lo sea tanto.

Un buen día vas a tu primera entrevista de trabajo y empiezas a notar una sensación en la zona del estómago. Si te orientas a responder desde el miedo en lugar de desde la excitación es probable que el resultado sea diferente. No lo habrán causado tus emociones sino tú respondiendo al mundo de una forma emocionalmente inadecuada.

Podría parecer trivial el nombrar a las emociones correctamente. Lo que pasa es que inconscientemente damos sentido al lenguaje y nuestra conducta suele ser consistente con el significado que damos a las palabras.

Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.

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