Sintácticamente es más simple y menos elaborado que el externo. Como si hablasen dos personas que se entienden con la mirada porque están perfectamente compenetradas y necesitasen decirse pocas palabras…
Con el tiempo, en algunas personas, se convierte en un parloteo sin sentido y perjudicial cuando se nutre de un contenido negativo.
Tipos de diálogo
A riesgo de simplificar, me encuentro con dos tipos generales de diálogo interno:
-
- Los fieles a la primera ley de Murphy. Ya sabes: “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Catastrofistas que gozan de buena imaginación, pero sin control. Imaginan posibilidades negativas, sin razón aparente, que progresan en escalada acompañadas de un dialogo que retroalimenta el proceso: “Va a ser un desastre”, “voy a perderlo todo…” se dicen. Es la antesala a los ataques de pánico, ansiedad o bloqueos de todo tipo por miedo anticipatorio.
- Los críticos con todo lo que se mueve. Personas que se regodean con juicios negativos sobre si mismas, sobre los demás o sobre el mundo en general.
“Soy incapaz, no puedo” diálogo propio de autocríticos que enfatizan sus defectos. “Nadie me entiende o no me lo merezco” es el diálogo propio del victimismo. “No está del todo bien, hay que mejorarlo” propio del perfeccionista. El resultado final es una insatisfacción con la vida por tener la sensación de no poder controlarla.
Abriendo posibilidades
Te sugiero algunas propuestas de diálogo y si eres de las personas seguidoras de Murphy, espero que te resulten útiles. Dejo para una próxima entrada lo referente al diálogo crítico. Imagina un diálogo negativo por un miedo anticipatorio a hablar en público que te paraliza. “Va a ser un desastre” te dices y entras en un bucle recursivo que te incapacita…
-
-
-
-
- Pregúntate: ¿qué es específicamente lo que puede pasar?
- Respuesta posible: voy a hacer el más espantoso de los ridículos.
- P: ¿cómo lo sé?
- RP: no soy hábil en esto de hablar en público
- P: ¿qué probabilidades hay de que realmente haga el ridículo?
- RP: respóndete con franqueza porque la mayoría de las veces no evaluamos las probabilidades reales de algo. Lo imaginamos como algo que va a ser así. Chequea también si tu respuesta emocional es acorde. En muchas ocasiones la gente responde con un patrón de todo o nada y a probabilidades escasas de que algo suceda le acompañan repuestas emocionales extremas. Esto se puede aprender a gestionar.
- P: ¿hay alguna posibilidad de que suceda algo bueno o que, al menos, no sea malo?
- RP: estaré desarrollando una habilidad, nadie nace aprendido. Es importante nuevamente la franqueza para compensar el sesgo hacia lo negativo.
- P: ¿que podría hacer yo para minimizar los riesgos negativos?
- RP: prepararme más, ensayar con público familiar, buscar ayuda profesional…
-
-
-
Hay muchas preguntas que te puedes hacer: ¿seguro que es miedo? ¿dónde está el peligro? ¿cuanta gente muere hablando en público? Exagerar puede ponerte en otra perspectiva ¿cuántas personas son necesarias para ser “público”? ¿es la cantidad o es el tipo de personas? Lo importante es salir de ese bucle incapacitante y crear un diálogo que te permita abrir posibilidades.
En otras ocasiones, además del diálogo, apilamos sentires negativos porque vamos sumando posibilidades negativas. Debes considerar que no todo sucede a la vez y habrá muchas cosas que o no podrán suceder simultáneamente o incluso serán imposibles. Sin embargo, estás sumando ese mal sentir sólo por poder imaginarlo…es innecesario y además un error.