Victimismo Emocional
07
JUN, 2017
Cuando tu comprensión del mundo emocional te aboca al victimismo.
Comprender cómo funcionan las emociones te permite desarrollarlas de manera útil en lugar de simplemente gestionarlas, controlarlas en cuanto a intensidad o anularlas, tal y como proponen algunos expertos.
Hay ciertas asunciones culturales que no sólo dificultan esta tarea de desarrollo emocional, sino que además te convierten en víctima de tus propias emociones.
La primera asunción es esa idea de que nuestro cerebro primitivo, la amígdala, controla y organiza nuestras respuestas emocionales. Básicamente te enajena de cualquier responsabilidad sobre el control de las emociones y si no puedes ser responsable de su control, sólo puedes ser víctima de ellas.
Una de las expresiones que reflejan esta comprensión es la de “secuestro de la amígdala” para referirse a esos estados de aparente “enajenación emocional”.
Esta asunción denota un profundo desconocimiento de la relación existente entre procesamiento biológico y el procesamiento pensante bien sea consciente o inconsciente.
Básicamente si ni siquiera se te pasa por la cabeza la idea de liderazgo emocional será mucho más probable que te inclines hacia conductas emociónales más primitivas, con mucho más componente biológico que mental.
La segunda asunción está relacionada con la metáfora de la energía psíquica desarrollada por Freud. Utilizó la energía procedente de la física y la ingeniería, en pleno auge en su época, trasladándolo al mundo de la psicología y al de las emociones considerándolas de alguna manera energía o vibraciones. Es frecuente oír hablar de malas vibraciones cuando algo o alguien nos hace sentir mal o atribuir determinados síntomas a la energía mal canalizada en una respuesta emocional.
La tercera opera en una íntima sinergia con la anterior y es la metáfora de almacén o contenedor. Cuando en nuestra evolución nos desarrollamos de nómadas a recolectores y agricultores, el almacenamiento supuso una innovación tremenda. Este concepto fue adoptado como metáfora explicativa para lo psicológico y emocional. Si lo piensas entendemos la memoria como un almacén. En cuanto a las emociones son frecuentes las explicaciones basadas en bloqueos de energía o emociones contenidas. Hablar de rabia contenida o el peligro para la salud cuando contienes tus emociones son reflejo de este tipo de comprensión.
Las dos asunciones anteriores en una simbiosis perfecta han propiciado modelos de intervención con los que mediante diferentes técnicas desbloqueas o liberas la energía contenida. Esta, al fluir con normalidad, restablecerá el equilibrio emocional y con ello la salud del paciente. Sin embargo, no se presta atención al significado de la emoción y eso desde mi punto de vista limita la eficacia de estas técnicas. No son especialmente desarrollativas ya que no hay ningún aprendizaje imbricado: o encuentras quien canalice esa energía o estás perdido. Como mucho puedes aspirar a desatascarte emocionalmente o liberar la energía contenida.
La última asunción es la idea de que la incomodidad es mala y por ello equiparar aquellas emociones que son incómodas con emociones malas o negativas es lo normal, pero es un error.
Una emoción que resulta incómoda, si es acertada no sólo es útil, sino que además es necesaria.
Aprender a considerar las emociones desde una perspectiva funcional, más allá de su comodidad o incomodidad y especialmente las mal llamadas emociones negativas, nos coloca en una mejor situación para auto gestionarnos eficientemente desde un punto de vista emocional. Es necesario que se sientan incómodas para que capten nuestra atención. Imagina sino una alarma de incendios cuyo sonido fuera una hermosa balada…
Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.
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