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MAR, 2017

La infundada mala prensa de los problemas.

Dice la leyenda que Newton, de niño, estaba sentado a la sombra de un árbol cuando vio caer una manzana. Decidido, la tomó y le preguntó su padre “¿papá, por qué caen las manzanas?”

Su padre le contestó: “déjalo estar Isaac, no busques problemas donde no los hay”.

Afortunadamente la leyenda como yo la cuento no es cierta, trato de resaltar lo absurdo de dotar necesariamente a los problemas de una connotación negativa.

Lo cierto es que si Newton y otros grandes científicos no hubieran creado los problemas que se plantearon, nuestra civilización habría avanzado  mucho menos.

Nuestro proceso evolutivo está plagado de situaciones en las que crear problemas y gestionar nuestra relación con ellos de manera apropiada nos ha llevado a extendernos por todo el planeta y más allá. De lo contrario probablemente habríamos corrido peor suerte.

Más recientemente, en los últimos años se habló mucho de la “burbuja inmobiliaria”. Mucha gente no quiso hacer un problema de ello a pesar de que en la manera de nombrarlo iban implícitos riesgos potenciales.

Mucha gente lo sabía pero prefirieron no crear un problema… Quizás por su mala prensa.

«Trato de resaltar lo absurdo de dotar necesariamente a los problemas de una connotación negativa».

A nivel personal soy consciente de lo que he hecho por mí al crearme los problemas que me he creado a lo largo de mi vida. No me sentía cómodo con ellos en su momento pero es así como debe ser para que sean útiles. Si no ¿cómo te darías cuenta de que existe un problema?…

Desde esa perspectiva de utilidad no me resultan tan incómodos. Eso me permite centrarme más en el asunto con el que tienen que ver, en lugar de en la incomodidad que los acompaña.

Leo y oigo a menudo frases que tratan de menospreciar los problemas. Una muy común: “si no tienes un problema no te preocupes. Si lo tienes y tiene solución, no te preocupes. Si lo tienes y no tiene solución no te preocupes”.

De manera natural la etiqueta “problema” se usa para hacer referencia a muchas cosas que técnicamente no lo son. En D.B.M. ® distinguimos el problema como una dificultad con la dificultad. Una dificultad, técnicamente, es algo que puedes arreglar con esfuerzo. Por eso cuando estamos cansados nos parece todo más difícil. Para afrontar un problema, por el contrario, simplemente el esfuerzo no vale.

«La dificultad tiene que ver con gestionar el mundo. El problema tiene que ver con gestionarte a ti mismo y por ello requiere estrategia».

Esto debería resaltar el hecho de que es relativo a cada persona, que lo que para alguien es un problema, no lo es para otro y por tanto los problemas no existen de manera aislada. Tienen que ver con la manera en que tú te relacionas con un contenido.

No estoy diciendo que sea necesario tener problemas constantemente o crearlos. Esta bien una temporada de calma pero si esta se prolonga, quizás te estés acomodando en lo cotidiano, en lo que te resulta familiar y a la larga ahí no se produce mucho desarrollo.

Adonde quiero llegar es que no hay que huir de los problemas como de la peste. Si entiendes su utilidad comprenderás que no todos son necesariamente “malos”.

Otro asunto con ese tipo de frases es que parece que solucionarlos es la única manera de gestionar un problema pero no es así. John McWhirter, el creador del  D.B.M. ® describe 42 formas diferentes de relacionarnos con los problemas. Solucionarlos sólo es una de ellas y en algunos casos la solución puede suponer otro problema  pero eso lo comentaremos más adelante.

Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.

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