¿Automotivación
o subidón?
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ENE, 2017
Piensa por un momento en nuestros lejanos ancestros. Hace 100.000 años en un asentamiento de homo sapiens preparándose para salir a cazar un gran mamífero. Las mujeres diciendo frases motivadoras a los cazadores del grupo: ¡ánimo que podéis hacerlo! ¡Sois grandes, sois los mejores!
Desde mi punto de vista hay demasiada pamplina con esto de la motivación. Durante mi juventud reflexionaba cuando veía levantarse a mis padres todos los días del año de madrugada para atender al ganado. Independientemente del clima o de su estado de salud. Sin aspavientos. Con la serenidad propia de la responsabilidad.
Lo que me ha maravillado siempre es el poder que tiene el sentido del deber para movernos a actuar. Hacer una tarea porque es nuestro deber.
«La confianza de manera aislada puede ser peligrosa. La confianza idealmente debe estar equilibrada con competencia, con preparación.»
En mi opinión, en el mundo del management, tiende a dársele una importancia excesiva a la motivación, hasta el punto de presentarla como algo realmente necesario para que las personas hagamos las cosas. No es verdad. Piensa si no en todo lo que haces a lo largo de un día normal sin necesidad de estar motivado. ¿Acaso desayunas motivado, te aseas motivado, conduces o vas en el metro al trabajo motivado…? Hay muchas cosas que hacemos porque hay que hacerlas, sin ningún extra de ánimo necesario.
Algo que me sorprende cuando se habla de motivación es que generalmente se hace referencia a una especie de estado de euforia, una especie de subidón que te pone en marcha y que corresponde más con activación que con motivación propiamente dicha. Adrenalina pura. Al menos es lo que observo en muchos de los cursos y conferencias de la llamadas “motivacionales”. Es como un extra de confianza para hacer las cosas, pero la confianza de manera aislada puede ser peligrosa. La confianza idealmente debe estar equilibrada con competencia, con preparación. De lo contrario es como la felicidad por drogas, tienes un buen sentir que no se basa en la realidad de tu vida, es artificial.
La motivación para hacer algo, tiene que ver con tus motivos, con tus razones. Ya hablamos en el post anterior de este asunto. También está relacionada con lo que consigues. Por eso es siempre automotivación, porque tiene que ver contigo, con tus deseos, sueños, anhelos… depositar esta fuerza motriz en agentes externos es poco sostenible a mi juicio.
De manera que si tienes motivos para hacer algo y obtienes beneficios significativos de hacerlo, será más fácil que te pongas a la tarea. Pero tendrás que dedicarte a ello el tiempo suficiente y con la intensidad apropiada para finalizar con éxito. Eso tiene que ver con gestionarte. Si abandonas antes podrás decir que te faltó motivación pero no es cierto, empezaste con ella. Lo que te faltó es capacidad para echar el resto, para perseverar.
Otro asunto es que si de entrada no tienes interés, poco hay que hacer al respecto. Lo menciono porque encuentro personas que postergan sus proyectos debido a que en teoría les falta motivación pero realmente lo que les falta es el interés necesario de entrada, simplemente es una bonita idea.
Lo interesante aquí es no contemplar la motivación de manera aislada sino como parte de un conjunto de eslabones que tienen que estar presentes si queremos conseguir lo que nos proponemos. En caso contrario nos arriesgamos a perder el tiempo tratando de conseguir la motivación necesaria cuando sería más eficiente centrarnos en otros temas.
Inspirado en metodología DBM® creada por John McWhirter.
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